Después de tres días de tristeza, y acompañamiento aunque lejano y constante a una buena amiga que se le murió su perrito recién llegado a casa con solo un mes, y todo el proceso de perdida no ha sido fácil, porque ya había experimentado la partida de mi anterior perro hermoso e inolvidable que estaba muy viejito, era ciego, sordo y con artritis de 17 años de vida humana, me esperó en casa de mi viaje de México para morir; por lo que realicé una retroflexión observando a mi perra actual de casi 3 años, donde juntas escribimos esta reflexión para el artículo.

Es lamentable saber que algunas personas en las sociedades, no le dan importancia a el dolor de la pérdida de un ser vivo querido, y eso me ha llamado altamente la atención. Aunque la poca aceptación o entender que el amor es una cosa indescriptible, las mascotas o animales de compañía son seres especiales, que tienen la capacidad y el don de sentir todo lo que a su dueño le ocurre, como las alegrías, el saber cuándo vas al trabajo, cuando llegas, él te espera para comer, para jugar, hasta para ir al baño. Esta compañía está llena de momentos únicos, porque si muy bien sabemos que no tiene desarrollada la capacidad del habla, te transmiten a través de los ojos, gestos, estiramientos y curiosos bostezos.

¿Fácil una pérdida de esta naturaleza?, nada fácil, porque inmediatamente que llega a tu hogar hace de alegrías y sonrisas a carcajadas ese gran espíritu de movimiento, humildad, sinceridad, nobleza y sobre todo fidelidad que a muchos seres humanos les hace falta; por eso en algunos casos utilizo para los procesos Coaching a mi perra, dado lo único y especiales que son, y pueden desarrollar grandes cambios en las personas.

Es importante saber que muchos dueños de las mascotas que se han retirado de este plano, experimentan trastornos de sueño, dificultades en su alimentación, el no querer llegar a casa, el sacar los juguetes con los que jugaban juntos, y un sinfín de cosas que contar, pues hay que vivirlo para sentir y entender el dolor.

La muerte de una mascota bien sea perro, gato, tortuga, ave, entre otros; al igual que en los seres humanos, puede darse de distintas maneras: cumplió su ciclo de vida, accidente o enfermedad. Después del momento de la pérdida, es engorroso saber e inicia una serie de preguntas como: ¿y ahora, como es el procedimiento?, ¿Dónde lo podré?, ¿Qué harán con él o con ella?, ¿Y ahora con quien juego?, ¿A quién le contaré mis secretos?, ¿Quién me molestará en las noches?, pues si es un duelo como cualquier otro, y debe respetarse su tiempo y adaptabilidad; por lo que hay que buscar ayuda si es muy fuerte la perdida, y no dejar eso como si fuese algo que pasa y listo. ¿Llorar?, lo que sea necesario, por lo que el drenar, la rabia, la tristeza o la ira es importante, y darse cuenta que ni uno mismo es para toda la vida. Un lugar hermoso en tu corazón y en las personas que lo valoramos siempre estará.

En cualquiera de los casos, el proceso inmediato será decidir qué hacer con sus restos. Si el dueño desea enterrarlo o cremarlo, y muy importante en cualquiera de las religiones que practiques, hazle su oración, pues todas los animales van al cielo.

El reemplazar la perdida no será la frase pensada para la acción; dado que al adoptar o adquirir un nuevo animal, el anterior siempre tendrá ese lugar en tu corazón, pero si es un paso importante el salir y entender que así son los procesos de cambio, como cuando se te va un familiar o un amigo muy querido, pues tú sigues en la sociedad llevando las relaciones sociales con esa perdida, aceptando desde el corazón que siempre le amaras, y nunca le olvidaras.